20/05/12 -En mi propósito
obsesivo de fotografiar a los azores, me introduzco en el angosto tumbihide a
las 5:30am. Noto que el amanecer se ralentiza en demasía e intuyo que el cielo está
cubierto de densos nubarrones que antes o después descargaran con ira esa agua
que tanta falta nos hace. Mis presagios se confirman cuando sobre la tela del
tumbihide comienzan a sonar las primeras gotas de agua. Hacía mucho tiempo
que no me caía tanta agua, esa buena agua que cala la tierra y empapa los campos suavemente.
Este macho de Águila Calzada me entró a las 8:30am y
estaba totalmente calado, presentando un plumaje pobre y desalineado. En un
momento en el que el sol se abrió hueco entre las profundas nubes, la rapaz
extendió sus alas para secar su magnífico plumaje y me permitió fotografiar un momento muy fotogénico que hasta entonces no se me había presentado.
Este hecho lo había
observado en buitres leonados y águilas reales, pero jamás una rapaz lo había
hecho frente a mi hide, pudiendo contemplarlo y fotografiarlo a placer.
Los azores,
nuevamente me dieron plantón, quizás porque la calzada anduvo más espabilada.