Sus rápidos picados y su gran capacidad de maniobra hacen que fotografiar a la Real, sea un gran reto personal. Su gran envergadura hace recomendable una lente de 300mm pues el 400mm cierra demasiado y en muchas fotos, la rapaz sale mutilada. Fotografiar al Águila Real, requiere grandes madrugones, largas esperas y mucha moral para aguantar todos aquellos días en que el animal ni tan siquiera aparece por la zona. Cuando decide bajar, el pulso se acelera y disfrutar de su belleza salvaje hacen que todas las penurias pasadas se olviden en segundos.