Tras sufrir uno de los veranos más secos que se recuerdan, el otoño ha entrado con fuerza y las lluvias copiosas están devolviendo a sus paisajes la vida y color que faltaban.
El domingo fuimos José y yo a la sierra norte de Guadalajara. Estuvo lloviendo todaaaaa... la mañana. Llovió con algo de viento y pese a mis intentos por secar las lentes y los filtros, el esfuerzo era en vano porque en pocos segundos todo se cubría de finas gotas de lluvia. Al final terminamos empapados de agua y tuvímos que volvernos al coche para cambiarnos de ropa. Por la tarde, la lluvia cesó y pudímos fotografiar el bello cauce del río sonsaz que pese a su mermado caudal fruto de la pertinaz sequía sufrida durante meses, mostraba su gran belleza rodeado de un entorno salvaje saturado de brillos y colores. El suelo pizarroso del cuace de éste rio es realmente peligroso y antes o después el resbalón y la caida al río están asegurados. Llevar ropa de cambio fue todo un acierto porque nos permitió terminar la jornada confortablemente y creo que es algo indispensable cuando se trabaja en medios acuáticos.